lunes, 26 de septiembre de 2011

Invercargill y sus consecuencias para el Club


Después de releer las “hazañas” de estos tres representantes del Club en Nueva Zelanda, me aterroriza pensar la imagen que tendrán en esos lares de nuestros Socios y de la institución que representan. 
En ese conjunto de islas todavía se recuerda que al explorador que las visito primero, un holandés, le mataron cuatro de sus tripulantes por hacerse los vivos y el tipo salió huyendo, así que los “civilizadores” no volvieron hasta que lo hicieron capitaneados por el Capitán Cook. Este jugó un papel preponderante en la exploración y afirmación de la soberanía inglesa, aun cuando la mayoría de los inmigrantes fueron escoceses y, por supuesto, irlandeses como Eamon, lo que echó por tierra el argumento: ”Venimos a colonizar estas tierras para que no haya más bárbaros”??.Esta mezcla de razas que se creó, incrementada en su ferocidad, tozudez y capacidad para el consumo de alcohol por los nativos Maories, pueden terminar con estos tres ejemplares, dignos émulos de los Tres Chiflados, por ser nocivos para su naturaleza, aun cuando “Enter”, el cordobés, como es de su misma estampa, podría pasar desapercibido y ser aceptado como un dios que viene de otras galaxias, sobre todo si se sonríe sin los dientes. Pero si insisten en circular con esa vocación para el desastre arrancando elementos básicos de los lugares donde acampan, al dejar que su Alzheimer los domine, podría suceder que decidan insistir con aquellas prácticas anteriores al 1600 y terminen como plato principal en alguna cena tribal de los Maories o en algún Pub irlandés como trofeos detrás de la barra. También es bueno recordar que siguen siendo parte del Commonwealth y sus tropelías podrían arruinar la excelente relación que tiene el Club con muchos clubes del mundo que representan a países de ese origen cultural. Lo mejor que nos podría pasar entonces es, si los dioses de aquella zona lo permiten, que regresen a nuestras tierras con algún trofeo adherido a sus valijas y les sirva de reparación por tantos desmanes y vista las vitrinas del Club o el estómago de sus Socios más favorecidos. Propongo entonces que el Club elabore, como el reglamento de giras que rige para los equipos del Club, una suerte de acuerdo especial de caballeros y que cuando grupos de Socios en edad de merecer castigo por sus involuntarios desastres, partan hacia destinos rugbisticos y tengan previsto darse a conocer como “Somo de Belgrano de Buenos Aires”, no hagan uso de esa prerrogativa y eviten identificarse como tales. Ya sucedió hace muchos años que, en su intento de evitar que algunos “elementos” considerados por las autoridades de aquellas remotas épocas no representativos del estilo y elegancia del Club, viajaran junto a los integrantes de la delegación oficial al Reino Unido e Irlanda, y esto es textual y en el spanglish que se hablaba en el Club en aquel momento, se decidió como alternativa: “que viajen, pero que viajen sin el escudou en el saco”.. No hay mejor prevención que la de la dura ley del anonimato rugbistico.
Horatius

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